Historia del dinero en México

Fision columna Raul Parra

Al igual que José Alfredo Jiménez, en México el efectivo sigue siendo el rey. En nuestro país, sigue teniendo una prevalencia de uso de hasta el 80% en las transacciones cotidianas.

En la región, el porcentaje es menor. El 63% de los encuestados reportaron que realizan pagos en efectivo con una frecuencia diaria o semanal, revela el estudio La nueva era de la inclusión financiera en América Latina, de Mastercard y Payments and Commerce Market Intelligence (PCMI).

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Resulta cuanto menos paradójico que el país que creó los billetes sea el mismo que los extinguió. Según un documento del Banco de México, en China, alrededor del año 800, a causa de la escasez de cobre, el gobierno comenzó a utilizar las denominadas notas de valor, que a la postre se convertirían en los primeros billetes, y dos centurias más tarde, en el siglo XI, introdujo también el dinero fiduciario. Más de un milenio después, China ha erradicado casi por completo el uso del efectivo. Hoy la abrumadora mayoría de las transacciones financieras se realizan a través de aplicaciones digitales. China es el gran ejemplo mundial de digitalización del dinero: más que por las wallets, los chinos se volcaron totalmente a las superapps y hoy ya prácticamente no usan billeteras físicas. Por eso, una cartera es uno de los peores regalos que podrían hacerse a un chino.

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En México y el mundo, la historia comienza desde antes y sigue después con las monedas, los metales y, por supuesto, los alimentos. En el caso específico de América, es de conocimiento público que, en una prolongada época de la historia, las semillas de cacao fungieron como dinero. En específico, desempeñaba una de las tres funciones del dinero: la de medio de cambio, para intercambiar por otros productos, como maíz o calabaza.

Cabe recordar que el sistema de numeración del náhuatl es vigesimal. Eso quiere decir que su base es 20 (cempohualli) y las cuentas se hacen tomando esa medida. Zontle (‘veinte veces veinte’:20×20) era la unidad de medida equivalente a 400 unidades de un producto agrícola (‘Cuatrocientos’, en náhuatl, se dice centzontli). Un jiquipil equivalía a 20 zontles y tres jiquipiles a una carga.

Eso permitió que el cacao pudiera comenzar a usarse, también, como unidad de cuenta: así, una semilla de cacao podía intercambiarse por un zapote, otra fruta mesoamericana, o 10 por un conejo (tochtli). También servía para fijar los salarios: se estima que el trabajo de un indígena oscilaba entre 25 y 40 granos de cacao diarios (hoy está en $278.80 pesos) e incluso, para un incipiente tipo de cambio y la fluctuación monetaria tras la llegada de los españoles en 1519: se calcula que 1555 un real de plata equivalía a 40 semillas de cacao y 20 años más tarde, en 1575, ya eran 100, lo que revela que, en dos décadas, la ‘moneda extranjera’ se apreció más del doble frente a la ‘moneda local’.

Ahora, si bien es ampliamente conocido que el cacao fue utilizado como moneda en Mesoamérica en los tiempos prehispánicos, el quauchtli o ‘manta blanca’, que luego desempeñó el mismo papel, no goza de la misma fama.

Durante los 300 años que duró la dominación española, entre 1521 y 1821, el auge de la minería americana le permitió a España ‘acumular una gran riqueza en metales finos’, por lo que “el dinero de la época estuvo formado exclusivamente por monedas metálicas fabricadas en oro, plata” y, en menor grado, cobre, a las que se les llamó tepuzque en náhuatl (que significa precisamente eso, ‘cobre’)

Sin embargo, cabe señalar que algunas fuentes asientan que, de forma análoga a lo que ocurrió con las lenguas americanas y las lenguas europeas, ambas ‘monedas’ coexistieron durante el periodo colonial y Cortés pagó con ambas, cacao y monedas metálicas, a sus soldados. La explicación dada a este fenómeno es que el numerario (‘moneda acuñada’) enviado por la Corona española no fue suficiente, lo que hizo necesario seguir usando la divisa local.

En 1535 comenzó a acuñarse la moneda en México, con la fundación, el 11 de mayo, de la Casa de Moneda, la primera de América, por el virrey Antonio de Mendoza con una cédula real. Las primeras monedas acuñadas fueron, no podía ser de otra forma, de plata; y desde 1679 comenzaron a acuñarse de oro, las cuales se mantuvieron en circulación hasta 1732, cuando fueron reemplazadas por monedas redondas con un cordón protector, columnarios o ‘peluconas’.

Según recuenta también Banxico, como muchos países no tenían plata ni casas de moneda, adoptaron las monedas mexicanas como medio de cambio, por lo que se convirtió en una “divisa que reinó en los mercados internacionales” durante los tres siglos que duró el dominio español. En el documento incluso asienta que “la moneda mexicana se ratificó como el principal medio de pago internacional”.

Luego vino la revolución de independencia y los combatientes emitieron sus propias monedas ‘de guerra’ o ‘de necesidad’ para paliar la escasez que había de circulante. Incluso, debido a la inseguridad de los caminos, se autorizó el establecimiento de casas de monedas provisionales cerca de los centros mineros como Chihuahua, Durango, Real de Catorce y Zacatecas.

En 1811, José María Morelos acuñó el sud (sur) de cobre, la primera moneda fiduciaria en la historia de México, es decir, que era reconocida por una declaración institucional y no por su material (valor intrínseco), como las monedas de plata y oro de la colonia. Tenía un valor facial, lo que significa que se canjearía por el valor en monedas de plata impreso en su faz, ‘cara’. Era, por tanto, una promesa de pago, sin embargo, nunca llegó a cumplirse: tan sólo duró 3 años, a partir de 1814 se prohibió su circulación y nunca llegó a establecerse la Caja Nacional proyectada para la posguerra.

Luego vinieron las monedas realistas y republicanas. El Banco de México (Banxico), la institución encargada de crear moneda, cumple un siglo en 2025. Se inauguró en 1925 y no fue sino siete décadas después, en 1994, que se le otorgó autonomía. En 2004 lanzó el Sistema de Pagos Electrónicos Interbancarios (SPEI), la infraestructura base de las transferencias financieras digitales en el país; en 2019, CoDi (Cobro digital), el sistema de pagos con QR sobre los rieles de SPEI, y en 2023 Dimo (Dinero móvil), su iteración que en vez del QR utiliza un número telefónico.

Todo este abultado antecedente para exponer la histórica relación de México con el efectivo, que se remonta a siglos atrás, y asentar que no hay nada que indique que vaya a acabarse, por el contrario, los movimientos recientes apuntan a que va a profundizarse aún más: Nu integrando toda las sucursales de Oxxo (~23 K) como su nueva red de corresponsalías; Mercado Pago con más de 20 mil tiendas habilitadas para hacer retiros y depósitos e incluso Banamex, ya escindido de Citi, inauguró una nueva sucursal en Playa del Carmen a inicios de enero, aun cuando el propio banco ha documentado que este es el único indicador que ha bajado consistentemente durante los últimos seis años.

En el libro Cloudmoney (2023), el autor, el periodista y activista sudafricano Brett Scott, plantea que el sector bancario y el Estado son dos de los actores —él los llama ‘conspiradores’— que promueven la ‘guerra contra el efectivo’, pero en México esta hipótesis no se verifica.

Se suele decir que el efectivo es más caro, y en efecto, lo es. Y, más allá del costo de su fabricación, es decir, la acuñación de las monedas y la emisión de los billetes, está el costo del traslado. El manejo del dinero físico implica una auténtica odisea logística. Las empresas de valores, esas camionetas blindadas que surcan las calles con guardias armados que ingresan a los cajeros o su tienda de conveniencia preferida a llevarse la morralla y los fajos de billetes, son sólo la parte más visible del proceso.

También están las empresas que proveen la infraestructura (física y digital) para la aceptación de pagos en efectivo para servicios digitales. En mayo de 2015, Uber lanzó un piloto de pago en efectivo en Hyderabad, India, y desde 2018 comenzó a aceptarlos en la Ciudad de México tras una resolución de la Suprema Corte. (Resulta, cuando menos, curioso que el piloto se haya lanzado en la India, ya que es el país que lanzó el programa de «desmonetización» más ambicioso después de China, al año siguiente, 2016, promovido por el entonces y aún primer ministro Narendra Modi).

Desde entonces, la mayoría de conductores prefiere que les paguen de esa forma y uno pensaría que, con entregarles los billetes se termina todo, pero en realidad apenas comienza un complejo mecanismo logístico de última milla que puede incluir tanto la recolección en el sitio, como el depósito en tiendas aliadas, como 7 Eleven. Recientemente conocí una empresa, llamada Pago 46, que gestiona los pagos en efectivo de Rappi y Uber en seis países de América Latina.

En suma, quizás la preferencia de la mayoría de los mexicanos por el efectivo pueda deberse a la practicidad de intercambiarlo por otros bienes, como en tiempos prehispánicos; no veo muy probable que a la calidad y el valor de sus materiales, como en la colonia (aunque las monedas conmemorativas del bicentenario y los billetes de 50 del ajolote podrían ser excepciones) o a la certeza de tenerlo físicamente en tiempos inciertos, como en la Independencia y, más recientemente, en la pandemia. O quizás simplemente se deba a que es el único al que han tenido acceso, porque el sistema, tanto público como privado, estatal y comercial, no les han permitido el acceso al dinero digital.

Alfabeto de startups, fintechs e inversiones

A continuación una lista de noticias recientes de startups y fintechs en estricto orden alfabético.

  • Aplazo obtuvo una línea de crédito de 35.5 millones de dólares de BBVA Spark.
  • Aviva obtuvo un financiamiento de deuda de 90 millones de pesos de Addem Capital y Covalto.
  • Clip incorporó cobros en línea con transferencias vía SPEI a su plataforma.
  • Klar informó que, en los últimos tres meses, graduó al 10% de su base activa de productos garantizados, es decir, que pasaron de tener una cuenta de crédito con depósito a una sin garantía.
  • Kigüi levantó una ronda de 500 mil dólares liderada por The Yield Lab Latam para promover su plataforma B2B Kigüi For Business (K4B).
  • Santander presentó oficialmente Openbank, su banco digital, que ya está abierto para el público en general en México.
  • Stori selló una alianza con el Grupo Orlegui y lanzó tarjetas de marca compartida con sus dos equipos: Atlas y Santos.
  • tapi anunció una alianza con Wallbit, el banco para trabajadores remotos.    
  • TikTok y New Ventures seleccionaron a los 13 finalistas de su programa de emprendimiento, a los que les darán 375 mil pesos de capital semilla para despegar su negocio.
  • Ualá anunció la integración de un chatbot basado en ChatGPT en su plataforma.
  • Vemo obtuvo líneas de financiamiento de mil 300 millones de pesos de Kapital, Beel Credit, Covalto y Promecap.
  • Vecindario, la proptech colombiana, cerró sus operaciones, informó su cofundador y ex CEO, Felipe Restrep.
  • Yape abrió su ‘primera sucursal’ en Perú en alianza con Oxxo.

La próxima será una gran semana para Fintech en México: Finnovista publicará el Finnovista Fintech Radar México 2025 y el 27 de febrero se llevará a cabo el Fintech México Festival organizado por Fintech México. Ojalá que podamos saludarnos por ahí.

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