Especial Trump is back | ¿Habilita el camino hacia usos peligrosos de la Inteligencia Artificial?

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La llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos vaticinaba grandes cambios respecto al escenario de la Inteligencia Artificial (IA) que hasta el lunes 20 de enero el mundo conocía.

Su enfoque es claro: desregulación y una apuesta agresiva por la supremacía tecnológica en el mundo.

Uno de los movimientos más controvertidos de Trump, en su primer día en la Casa Blanca, fue revocar una Orden Ejecutiva firmada por Joe Biden en 2023, la cual buscaba impulsar el desarrollo y usos seguros y fiables de la IA. Dicha orden exigía pruebas de seguridad rigurosas y transparencia por parte de los desarrolladores de esta tecnología.

Ante la eliminación de  estas regulaciones, la industria tiene vía libre para acelerar la innovación, se reducen los costos, tiempos, barreras burocráticas para lanzar y disponibilizar nuevas funciones y productos, lo que cumple el propósito de Trump de posicionar a Estados Unidos como líder indiscutible en el sector.

Sin embargo, el nuevo presidente se olvida de que la ausencia de supervisión puede incrementar los riesgos de usos malintencionados o irresponsables de la IA por parte de empresas y de los mismos usuarios. A propósito, hace menos de un mes OpenAI tuvo que eliminar la cuenta de un desarrollador que logró controlar un arma  a distancia a través de ChatGPT, siguiendo comandos muy básicos. Si fue posible que un usuario hiciera eso con las supervisiones y regulaciones, ¿qué se puede hacer sin ellas?

Desde amenazas de ciberseguridad hasta problemas éticos como sesgos algorítmicos de género, raza y xenofobia, la ausencia de normas claras podría poner en peligro tanto a los usuarios finales como a la propia seguridad nacional.

Así, medidas que pretendían proteger a los estadounidenses del fraude y el engaño habilitados por la Inteligencia Artificial, garantizar su privacidad y brindar guías para la adopción segura de esta tecnología en el gobierno federal, quedan erradicadas bajo la firma de Trump.

Al día siguiente de eliminar esta regulación, el presidente y empresario anunció la creación del Departamento de IA y Tecnología Emergente, un órgano específico que tiene el propósito de fomentar la innovación y establecer estándares internacionales.

Además, se anunció Stargate, una nueva empresa que pretende invertir 500 mil millones de dólares en los próximos cuatro años para construir una nueva infraestructura de IA para OpenAI en Estados Unidos. De acuerdo con el anuncio de OpenAI, “se invertirán 100 mil millones de dólares de inmediato y esta infraestructura garantizará el liderazgo estadounidense en IA, creará cientos de miles de lugares de trabajo estadounidenses y generará enormes beneficios económicos para todo el mundo”.

De nuevo, estas decisiones mantienen una ventaja competitiva de Estados Unidos para que su desarrollo sea casi inalcanzable por otras naciones, y las grandes empresas de tecnología celebran el apoyo que comienzan a ver por parte del gobierno, pues ayuda a catalizar avances en sectores clave como educación, salud, defensa, minería y transporte, entre otros.

El inconveniente viene cuando se le hace zoom a las decisiones en cadena. Sin una regulación clara (porque ya fue abolida), el Departamento de IA y Tecnología Emergente podría priorizar los intereses de las empresas sobre las consideraciones éticas y sociales, o los intereses gubernamentales pueden dejar de lado temas como la protección de datos y la privacidad.

A esto se suma que la IA es un terreno geopolítico crítico y la postura agresiva por liderar la carrera de Trump, que en muchos sentidos va en contra de los acuerdos internacionales de priorizar la seguridad humana sobre el desarrollo tecnológico, son un cóctel perfecto que intensificará la competencia global.

Para otras naciones el mensaje parece ser que Estados Unidos está dispuesto a liderar a toda costa, y pone un foco en un cuestionamiento clásico: “¿El fin justifica los medios?”

Además, Estados Unidos no quiere compartir con nadie los reflectores de liderar la carrera por la IA, lo cual puede afectar las relaciones que tiene con aliados, que a su vez son competidores. Un inconveniente si se tiene en cuenta que la mayoría de suministros tecnológicos para el desarrollo de esta industria son extranjeros, principalmente de China y Taiwán.

No obstante, parece que Donald Trump ha dejado de lado un detalle vital para el desarrollo de los semiconductores, elemento básico para avanzar en la carrera por la IA: la provisión de materiales raros como el litio y el cobalto que provienen de países como Chile, República del Congo, Vietnam, Brasil y, nuevamente, China. Con su política agresiva y de tensiones internacionales, ¿cómo negociar materiales vitales para el desarrollo de esta tecnología?

La ciudadanía mundial

Más allá de las capacidades tecnológicas, la regulación de la IA daba tiempo para fomentar una adopción más adecuada de tecnologías de automatización. Al eliminar esa regulación, el acceso a esta tecnología se puede potenciar, llegando a cada vez un mayor número de personas sin importar que estén o no preparadas para usarla. Pero eso sólo sucederá en algunos territorios del mundo, lo que puede profundizar las brechas de acceso a la tecnología y de habilidades digitales.

Asimismo, los trabajos repetitivos en sectores como manufactura, transporte y servicios serán rápidamente ocupados por máquinas. Y esto no es en sí mismo un problema, por el contrario, es una de las promesas de la IA. Sin embargo, los trabajadores humanos no tendrán tiempo suficiente para formarse en nuevas habilidades que les permitan emplearse a la misma velocidad, por lo que la transición podría ser profundamente desigual y preocupante para miles de personas y sus familias.

IA en armas

En menos de una semana en la presidencia, Trump modificó el panorama tecnológico del mundo. Y aunque el uso de la Inteligencia Artificial en armas no se trata abiertamente, parece que se habilitará el camino para tales cosas y es, probablemente, lo más grave que pudiera pasar para la humanidad porque, en términos generales, se tienen recursos ante cualquier cosa negativa que pasa.

Por ejemplo, si vulneran tu privacidad, te suplantan en el banco y sacan dinero, es posible interponer recursos para que se haga el retorno del dinero robado; si una IA se equivoca y hace un mal diagnóstico médico (que sería algo muy grave), nuevamente tienes recursos para revertir o cambiar esa decisión, además tienes médicos vigilando esas decisiones; si eres víctima de sextorsión, también hay herramientas que permiten identificar a la persona, así como recursos jurídicos para que el individuo responda conforme a derecho. Es decir, podemos gestionar casi todos los problemas de la humanidad con leyes, acuerdos internacionales, derecho internacional o respuestas humanas.

Pero un error en una máquina armada puede tener consecuencias inmediatas, irreversibles y catastróficas.

El uso de IA en armas autónomas es uno de los riesgos más graves que enfrenta la humanidad, precisamente porque rompe con muchos de los marcos legales, éticos y de control que existen. Además, el que estas decisiones no se discutan abiertamente ni se establezcan marcos para evitarlos amplifica el peligro, porque deja a la sociedad y a las instituciones internacionales sin herramientas para anticiparse o responder de manera efectiva.

Este tema no sólo afecta la seguridad nacional de Estados Unidos, sino también la estabilidad global, especialmente en un contexto de tensiones entre potencias tecnológicas como Estados Unidos, China y Rusia. Porque sabemos que después de que un país use Inteligencia Artificial en armas, todas lo harán.

Consulta y descarga el especial de DPL News sobre el regreso de Trump

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